martes, 7 de octubre de 2014

Pablo Iglesias y la historia del oportunismo de la izquierda española: "La política no consiste en tener razón, sino en tener éxito". Un articulo del compañero J.L. Forneo.

 "La política no consiste en tener razón, sino en tener éxito" (Pablo Iglesias, 2014)



Desde su fundación, el Partido Socialista de aquel viejo Pablo Iglesias, su fundador, tendió sin remisión hacia el oportunismo. Desde sus primeras bocanadas, los que entonces si que tenían algo de socialistas y obreros, y también de oportunismo (eso es lo único que mantienen hoy), los líderes del PSOE no dudaron nunca de vender su alma al mejor postor, fuera este un dictador como Primo de Rivera o el heredero del genocida Francisco Franco.

De hecho, la izquierda española está llena de posibilistas. El propio Emilio Castelar, cuarto de los efímeros presidentes de la Primera República, acabaría formando un partido llamado Demócrata Posibilista, de tendencia, eso sí, republicana (término en el que ya por entonces cabía casi todo, como hoy). Aquella actitud de Castelar, un intelectual "revolucionario", que criticara a la reina hasta ser condenado a muerte por ello, al tocar poder cayera en lo típico de los tan habituales oportunistas de la política española: renunciar a las reformas sociales, aplicar mano dura contra los que lo seguían exigiendo, y pactar con la oligarquía y, si era necesario, con el propio rey.

Tampoco a Pablo Iglesias, fundador del PSOE, le dolieron prendas para renunciar a su revolución social a cambio de entrar en el parlamento burgués. Así que, cuando consiguió su acta por Madrid, de la mano del escritor Benito Pérez Galdós dentro de la coalición Conjunción Republicana Socialista, juró lealtad al rey, Alfonso XIII, ante el conde de Romanones,  Álvaro de Figueroa Torres, recién elegido presidente del Congreso y representante de la España de la oligarquía y el caciquismo.

Un dirigente histórico del PSOE actual, el todoterreno Enrique Mújica, lo definió en una entrevista ante el Tom Burns Marañón: «El PSOE fundado por Pablo Iglesias es, por antonomasia, lo que los especialistas en política llaman un partido posibilista y accidentalista. En diversas ocasiones a lo largo de su historia ha pactado cuando lo creyó necesario y ha evitado posturas fundamentalistas e irreductibles, sobre todo cuando se trata de la forma de Estado. Un sector del PSOE fue posibilista en la dictadura de Primo de Rivera y un sector del PSOE fue accidentalista en la posguerra, cuando se acercó a Estoril y a don Juan».

Y así fue, por ejemplo, la idea que confluyó entre monárquicos y socialistas, en 1923, cuando ambos intentaron la posibilidad de conformar un régimen de poder similar al existente en el Reino Unido donde, bajo el poder de la Corona, el Partido Laborista había llegado al Gobierno después de su triunfo electoral en 1922. Así que el dirigente socialista, Francisco Largo Caballero, tampoco dudo en aceptar ser vocal del Consejo de Estado durante la dictadura de Primo de Rivera

Ese histórico oportunismo, accidentalismo y posibilismo de la izquierda española, incapaz de ser fiel a sus propios principios, ha continuado históricamente, y hoy afecta por igual tanto al PSOE, que hace tiempo, eso si, dejo de ser parte de algo semejante a la izquierda, como a la Izquierda Unida, una coalición que podríamos considerar, como mucho, siendo condescendientes, socialdemócrata.

Pío Baroja contaba que, a principios del siglo XX, acudió a un mitin del primer Pablo Iglesias, y escribió que este hablaba con un fanatismo frío y mecánico, enseñando un poco los dientes, como un lobo. Sin embargo, tanto Baroja como el propio Galdós, que facilitaría la llegada del PSOE al Congreso, como hemos comentado en un párrafo anterior,, no dudarían en contar, en sus novelas, sus impresiones sobre el carñacter incipientemente ambiguo y excesivamente flexible del socialismo español recién nacido, ante el que la entrega mítica de Fausto a Mefistófeles se queda en nada (quizás porque los socialistas españoles, han estado siempre obsesionados en realidad por ser burgueses, y jamás se redimirían por el amor a ninguna Margarita, pues en el fondo su única fé y su gran pasión son el poder y el dinero).

"El Bolo procedía, políticamente, de los republicanos. Al principio, según decía, se había afiliado al partido socialista; pero después, viendo el aspecto gubernamental que iba tomando poco á poco el socialismo en España, y sobre todo, la lucha que se entablaba entre socialistas y republicanos, se separó de los socialistas, considerándose ácrata. Como sus inclinaciones eran las de un hombre normal, no podía menos de encontrar bárbaro todo esto de las bombas y de la dinamita; pero delante de los socialeros, de las adormideras del socialismo, defendía la utilidad y la necesidad de los atentados", dice Baroja en su Aurora Roja, escrita en 1905, una de las partes de su trilogía La lucha por la vida.

Y sigue apuntando en la misma novela, "Los dos partidos obreros, con sus hombres, representaban en la clase proletaria los partidos burgueses: el socialismo, el conservador, oportunista, prudente; el anarquismo, el paralelo al republicano, con las tendencias levantiscas de los partidos radicales".

También Pérez Galdós, uno de los grandes intelectuales del republicanismo español, en una época cercano al socialismo, no deja de observar, con su conocido realismo, la mansedumbre y el vale todo que propone el emergente socialismo, frente al republicanismo que, al menos, ofrecía una mayor garantía entonces de una lucha sincera contra la monarquía española, cuando escribe, en La de Bringas, en 1884, cinco años después de que Pablo Iglesias fundara el PSOE, sobre uno de sus personajes, «Soy la expresión de esa España dormida, beatífica, que se goza en ser juguete de los sucesos y en nada se mete con tal que la dejen comer tranquila; que no anda, que nada espera y vive de la ilusión del presente mirando al cielo, con una vara florecida en la mano; que se somete a todo el que la quiero mandar, venga de donde viniere, y profesa el socialismo manso; que no entiende de ideas, ni de acción, ni de nada que no sea soñar y digerir».

En la España heredera del franquismo, lo que llaman los continuadores del régimen que acabó con lo mejor del país desde 1936 "democracia", el PSOE regresó enarbolando con más fuerza que nunca la bandera del oportunismo, y no dudo, a cambio de poder, riqueza y negocios, en pactar con los asesinos de miles de sus militantes durante la Guerra Civil o los 40 años de terror posteriores, de aceptar la monarquía elegida a dedo por el dictador, y de, incluso, abrir las puertas de España a los aviones y armas nucleares del IV Reich, capital Washington. No obstante, eso lo hizo también el mismo Partido Comunista de España, transformado en revisionista y, como el PSOE, vendido al mejor postor, por el liderazgo de Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri, Marcelino Camacho, Ignacio Gallego, etc, continuado por las "nuevas generaciones", tan oportunistas como sus antecesores, de Julio Anguita, Cayo Lara o Alberto Garzón.

Este año 2014 la crisis del paripé democrático diseñado en la transición ha provocado que el hartazgo de los españoles haya creado la necesidad de abrir las ventanas a un cierto aire fresco que, en otra nueva operación de gastado pero eficaz gatopardismo, haga creer al rebaño que las cosas pueden cambiar mientras continua tranquilamente encerrado en el corral. Así, otro Pablo Iglesias, lider de PODEMOS, ha irrumpido, por arte de birlibirloque (y de la colaboración inestimable de las grandes corporaciones mediáticas), en el panorama político español. Llenando el hueco dejado por el PSOE e Izquierda Unida, cuyo discurso ya nadie cree, PODEMOS convence a muchos de los anteriores votantes de ambos partidos posibilistas de que se pueden cambiar las cosas realmente sin hacer ninguna revolución. Es decir, el nuevo partido que critica al PSOE y a IU por ser "casta" o por ser parte del sistema corrupto y degenerado, utiliza sus mismas estrategias y mensajes y, como hicieron ambos, vuelve a recordar a sus fieles, y hace apología de ello, que el marxismo no sirve para nada, que la lucha de clases es una pamplina, y que la "democracia" burguesa es el camino que hemos de seguir para "ser más libres".

De hecho, el nuevo Pablo Iglesias, que huele a viejo y podrido posibilismo tanto como el partido al que pretende sustituir, el de su histórico tocayo, ha definido reciéntemente el oportunismo en uno de sus discursos tan certeramente que llega a sorprender su sinceridad. El nuevo héroe del desclasamiento, del ciudadanismo y del buenrrollismo, que tan eficaces resultados ha tenido siempre para que los explotadores continúen viviendo del saqueo y la explotación de la clase trabajadora (y a los que el propio Iglesias llama "casta" intentando ocultar toda relación con su carácter de clase social),soltó por su boquita algo sobre su concepción de la política que ni Felipe González o Rodríguez Zapatero se atrevieron a reconocer nunca abiertamente: "La política no consiste en tener razón, sino en tener éxito"

Es decir: para tocar poder y poder vivir como "la casta" de la apropiación de la riqueza producida por los que trabajan, para poder disfrutar de los privilegios que solo una minoría disfruta gracias a que la mayoría lo permite con su pasividad o su resignación, todo vale. Dan igual sus supuestos principios, su ideología (si es que la tienen), incluso da igual que sea el  sistema basado en la apropiación por unos cuantos de los medios de producción y, por lo tanto, de la riqueza y del poder de decisión sea la causa cierta de la situación económica y social, porque lo que él quiero, como lo querían también Castelar, el viejo Pablo Iglesias, Largo Caballero, Carrillo, Felipe Gonzalez, Zapatero y , cómo no, el joven Pablo Iglesias, es "el éxito". La definición de ese "éxito", por supuesto, dependerá de lo que convenga en cada momento, sin ninguna atadura ideológica o moral, que esas cosas son propias de los que luchan por el triunfo de la razón y de la justicia, principios que en política, parece, no tienen cabida.

Toda una condensación en pocas palabras, sin duda, de la historia de la izquierda española.

Escuchemos al iluminado, digno seguidor del gurú Alba Rico, pronunciando esas palabras y explicando que Lenin, al que confunde con Gorbachov y su mancha en a cabeza, en un lapsus muy propio de un oportunista,  hizo triunfar la Revolución Soviética como si fuera la reencarnación de Jesucristo, simplemente ofreciendo al pueblo "paz y pan", sin que su conocimiento, difusión y aplicación de la teoría marxista y de la lucha revolucionaria, y sin que la dirección y participación del Partido Bolchevique y de sus militantes comunistas, apenas contaran nada.

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