jueves, 5 de diciembre de 2013

Importante texto del camarada J.V. Stalin.







J. Stalin



Sobre algunas cuestiones de la historia del bolchevismo

Carta a la redacción de la revista Proletárskaia Revolutsia




Escrito: 1931
Digitalización: Aritz
Esta Edición: Marxists Internet Archive, año 2002





Estimados camaradas:
Protesto enérgicamente por la publicación, en la revista Proletárskaia Revolutsia[1](núm. 6, 1930), del artículo antipartido y semitrotskista de Slutski Los bolcheviques a pro pósito de la socialdemocracia alemana en el período de su crisis de anteguerra como artículo de discusión.
Slutski afirma que Lenin (los bolcheviques) menospreciaba el peligro del centrismo en la socialdemocracia alemana y, en general, en la socialdemocracia de anteguerra, es decir, menospreciaba el peligro del oportunismo encubierto, el pe ligro de conciliación con el oportunismo. Dicho de otra manera, resulta, según Slutski, que Lenin (los bolcheviques) no sostuvo una lucha implacable contra el oportunismo, puesto que menospreciar el centrismo significa, en el fondo, renun ciar a la lucha abierta contra el oportunismo. Resulta, de esta manera, que Lenin, en el período anterior a la guerra, no era todavía un auténtico bolchevique, que hasta el período de la guerra imperialista, más aún, hasta el fin de esta guerra, Lenin no se hizo un auténtico bolchevique.
Esto es lo que sostiene Slutski en su artículo. Y vosotros, en vez de condenar a este "historiador" de nuevo cuño como calumniador y falseador, os enzarzáis en una discusión con él, le dais tribuna. No puedo dejar de protestar por la publicación, en vuestra revista, del artículo de Slutski como artículo de discusión, puesto que el bolchevismo de Lenin, si Lenin sostuvo o no una lucha implacable de principios contra el centrismo como determinado aspecto del oportunismo, si Lenin fue o no un verdadero bolchevique, son cosas que no cabe someter a discusión.
En vuestra "Nota de la Redacción", enviada al Comité Central el 20 de octubre, vosotros reconocéis que la redacción ha cometido un error al publicar el artículo de Slutski en calidad de articulo de discusión. Esto, naturalmente, está bien, a pesar de que esta nota de la redacción viene con un gran retraso. Pero en vuestra nota cometéis un nuevo error al declarar que "la redacción considera de extrema actualidad y necesidad políticas seguir estudiando, en las páginas de Proletárskaia Revolutsia, todo el conjunto de problemas concernientes a las relaciones entre los bolcheviques y la II Internacional de anteguerra". Es decir, tenéis el propósito de suscitar de nuevo una discusión sobre cuestiones que son axiomas del bolchevismo. Es decir, tratáis de nuevo de convertir el bolchevismo de Lenin, de un axioma, en un problema que debe "seguirse estudiando". ¿Por qué?, ¿con qué razón?
Todo el mundo sabe que el leninismo nació, creció y se fortaleció en lucha implacable contra el oportunismo de toda laya, incluidos el centrismo en el Occidente (Kautsky) y el centrismo en nuestro país (Trotski y otros). Esto no lo pueden negar ni siquiera los enemigos declarados del bolchevismo. Esto es un axioma. Y vosotros queréis hacernos retroceder al intentar convertir un axioma en un problema que debe "seguirse estudiando". ¿Por qué? ¿Con qué razón? ¿Quizá por desconocimiento de la historia del bolchevismo? ¿Quizá en aras de un liberalismo podrido, para que los Slutski y demás discípulos de Trotski no puedan decir que les tapan la boca? Liberalismo bastante extraño, a costa de intereses vitales del bolchevismo. . .
¿Qué es, propiamente dicho, lo que la redacción considera digno de ser discutido en el articulo de Slutski?
1) Slutski afirma que Lenin (los bolcheviques) no se orientó hacia la ruptura, hacia la escisión con los oportunistas de la socialdemocracia alemana, con los oportunistas de la II Internacional del periodo de anteguerra. Vosotros queréis discutir esta tesis trotskista de Slutski. Pero ¿qué hay aquí que merezca ser discutido? ¿Acaso no está claro que Slutski calumnia simplemente a Lenin, a los bolcheviques? La calumnia hay que condenarla, y no ponerla a discusión.
Todo bolchevique sabe, si es realmente un bolchevique, que Lenin, mucho antes de la guerra, a partir, más o menos, de 1903-1904, cuando se formó en Rusia el grupo de los bolcheviques y cuando por primera vez se dieron a conocer los izquierdistas en la socialdemocracia alemana, se orientó hacia la ruptura, hacia la escisión con los oportunistas, tanto en el Partido Socialdemócrata de Rusia como en la II Internacional, particularmente en la socialdemocracia alemana.
Todo bolchevique sabe que, precisamente por esto, los bolcheviques, ya entonces (1903-1905), se conquistaron en las filas de los oportunistas de la II Internacional el honroso título de "escisionistas" y "desorganizadores". Pero ¿qué podía hacer Lenin, qué podían hacer los bolcheviques, si los socialdemócratas de izquierda en la II Internacional y, ante todo, en la socialdemocracia alemana eran un grupo débil e impotente, sin cuajar en el terreno de la organización, sin forjar ideológicamente, que temía hasta pronunciar las palabras "ruptura", "escisión"? No se puede exigir que, en lugar de los izquierdistas, Lenin, los bolcheviques organizaran desde Rusia la escisión en los partidos occidentales.
No hablo ya de que la debilidad en el terreno de la organización y de la ideología fue el rasgo característico de los socialdemócratas de izquierda no sólo en el período de anteguerra. Como se sabe, los izquierdistas conservaron este rasgo negativo también en el período de la postguerra. Todo el mundo conoce el juicio que los socialdemócratas de izquierda alemanes merecen a Lenin en su conocido artículo Sobre el folleto de Junius[2], publicado en octubre de 1916, es decir, a los dos años largos de comenzar la guerra, donde Lenin, criticando todo un cúmulo de graves errores políticos come tidos por los socialdemócratas de izquierda en Alemania, habla de "la debilidad de todos los izquierdistas alemanes, envueltos desde todas partes por la abominable red de la hipocresía kautskiana, de la pedantería kautskiana, de la 'benevolencia' kautskiana hacia los oportunistas ", donde dice que "Junius no se ha liberado por entero del "medio ambiente" de los socialdemócratas alemanes, incluso de izquierda, que temen la escisión, que temen la proclamación franca de las consignas revolucionarias"[3].
De todos los grupos de la II Internacional, el de los bolcheviques rusos fue, entonces, el único capaz, por su experiencia de organización y por su preparación ideológica, de hacer algo serio en el sentido de la ruptura declarada, de la escisión con sus oportunistas en la socialdemocracia rusa. Si los Slutski intentaran, no ya demostrar, sino tan siquiera suponer que Lenin y los bolcheviques rusos no utilizaron todo su poder para organizar la escisión con los oportunistas (Plejánov, Mártov, Dan) y expulsar a los centristas (Trotski y demás partidarios del Bloque de Agosto), sería posible discutir acerca del bolchevismo de Lenin, acerca del bolchevismo de los bolcheviques. Pero la cosa consiste, precisamente, en que los Slutski no se atreven ni siquiera a abrir la boca en favor de una suposición tan insensata. No se atreven, porque saben que los notorios hechos de la decidida política de ruptura con los oportunistas de toda laya, aplicada por los bolcheviques rusos (1904-19I2), claman contra tal suposición. No se atreven, porque saben que al día siguiente serían puestos en la picota.
Cabe, sin embargo, preguntar: ¿podían los bolcheviques rusos realizar la escisión con sus oportunistas y centristas-conciliadores mucho antes de la guerra imperialista (1904 19I2), y no orientarse, al mismo tiempo, hacia la ruptura, hacia la escisión con los oportunistas y centristas de la II Internacional? ¿Quién puede dudar de que los bolcheviques rusos consideraban su política respecto a los oportunistas y centristas como el modelo de la política a seguir por los izquierdistas del Occidente? ¿Quién puede dudar de que los bolcheviques rusos impulsaban por todos los medios a los socialdemócratas de izquierda del Occidente, y en particular a los izquierdistas de la socialdemocracia alemana, a la ruptura, a la escisión con sus oportunistas y centristas? No es culpa de Lenin ni de los bolcheviques rusos si los socialdemócratas de izquierda del Occidente no habían alcanzado la suficiente madurez para seguir los pasos de los bolcheviques rusos.
2) Slutski reprocha a Lenin y a los bolcheviques que no apoyaran decidida e irrevocablemente a los izquierdistas en la socialdemocracia alemana, que sólo los apoyaran con serias reservas, que consideraciones de fracción les impidieran apoyar consecuentemente a los izquierdistas. Vosotros queréis discutir contra este reproche propio de un charlatán y falso hasta la médula. Pero ¿qué hay realmente aquí que merezca ser discutido? ¿Acaso no está claro que Slutski maniobra y trata de encubrir, mediante un hipócrita reproche a Lenin y a los bolcheviques, las verdaderas fallas en la posición mantenida por los izquierdistas alemanes? ¿Acaso no está claro que, a menos de traicionar a la clase obrera y a su revolución, los bolcheviques no podían sostener, sin serias reservas, sin una seria crítica de sus errores, a los izquierdistas de Alemania, que vacilaban a cada paso entre el bolchevismo y el menchevismo? Las maniobras fraudulentas hay que condenarlas, y no ponerlas a discusión.
Sí, los bolcheviques apoyaron a los socialdemócratas de izquierda en Alemania con serias reservas, criticando sus errores semimencheviques. Y por esto se les debe felicitar, en vez de hacerles reproches.
¿Hay quien duda de ello?
Recordemos los hechos más conocidos de la historia.
a) En 1903 se advirtieron hondas discrepancias entre los bolcheviques y los mencheviques en Rusia acerca de la condición de miembro del Partido. Con su fórmula, que definía la condición de miembro del Partido, los bolcheviques querían crear, en materia de organización, un freno contra la afluencia de elementos no proletarios al Partido. El peligro de esta afluencia era entonces más que real, dado el carácter democrático-burgués de la revolución rusa. Los mencheviques rusos defendían la posición contraria, que abría de par en par las puertas del Partido a los elementos no proletarios. En vista de la importancia que los problemas de la revolución rusa tenían para el movimiento revolucionario mundial, los socialdemócratas del Occidente de Europa decidieron tomar cartas en el asunto. También lo hicieron los socialdemócratas de izquierda de Alemania, Parvus y Rosa Luxemburgo, entonces líderes de los izquierdistas. ¿Y qué ocurrió? Ambos se pronunciaron en favor de los mencheviques y contra los bolcheviques. Se acusó a los bolcheviques de ultracentralismo y de tendencias blanquistas. Más tarde, estos chabacanos y filisteos epítetos fueron adoptados por los mencheviques y difundidos por el mundo entero.
b) En 1905 se desarrollaron las discrepancias entre bolcheviques y mencheviques en Rusia sobre el carácter de la revolución rusa. Los bolcheviques defendían la idea de la alianza de la clase obrera con los campesinos bajo la hegemonía del proletariado. Los bolcheviques afirmaban que se debía ir hacia la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos, con el fin de pasar inmediatamente de la revolución democrático-burguesa a la revolución socialista, asegurándose el apoyo de los campesinos pobres. Los mencheviques en Rusia rechazaban la idea de la hegemonía del proletariado en la revolución democrático-burguesa. A la política de alianza de la clase obrera con los campesinos, preferían la política de componendas con la burguesía-liberal, y tildaron a la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos de esquema reaccionario blanquista, en pugna con el desarrollo de la revolución burguesa. ¿ Qué actitud adoptaron respecto a estas discusiones los izquierdistas de la socialdemocracia alemana, Parvus y Rosa Luxemburgo? Inventaron un esquema utópico y semimenchevique de revolución permanente (imagen deformada del esquema marxista de la revolución) penetrado hasta la médula por la negación menchevique de la alianza entre la clase obrera y los campesinos, y lo contrapusieron al esquema bolchevique de la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y de los campesinos. Más tarde, este esquema semimenchevique de la revolución permanente fue adoptado por Trotski (y en parte por Mártov) y convertido en arma de lucha contra el leninismo.
c) En el período de anteguerra, en los partidos de la II Internacional salió a la palestra, como uno de los problemas más actuales, la cuestión nacional y colonial, de las naciones oprimidas y de las colonias, de la liberación de las naciones oprimidas y de las colonias, la cuestión de los medios para luchar contra el imperialismo, de los medios para derrocar el imperialismo. A fin de desarrollar la revolución proletaria y de cercar al imperialismo, los bolcheviques propusieron una política de apoyo al movimiento de liberación de las naciones oprimidas y de las colonias, sobre la base de la autodeterminación de las naciones, y elaboraron el esquema de frente único entre la revolución proletaria de los países avanzados y el movimiento revolucionario de liberación de los pueblos de las colonias y de los países oprimidos. Los oportunistas de todos los países, los social-chovinistas y social-imperialistas de todos los países arremetieron en el acto contra los bolcheviques. Los bolcheviques eran perseguidos como perros rabiosos. ¿Qué actitud adoptaron entonces los socialdemócratas de izquierda en el Occidente? Desarrollaron una teoría semimenchevique acerca del imperialismo, rechazaron el principio de la autodeterminación de las naciones en su concepción marxista (hasta la separación y formación de Estados independientes), descartaron la tesis de la gran importancia revolucionaria del movimiento de liberación de las colonias y de los países oprimidos, rechazaron la tesis de la posibilidad de un frente único entre la revolución proletaria y el movimiento de liberación nacional y contrapusieron todo ese galimatías semimenchevique, que es una desestimación completa de la cuestión nacional y colonial, al esquema marxista de los bolcheviques. Es sabido que este galimatías semimenchevique fue recogido después por Trotski y utilizado como arma de lucha contra el leninismo.
Tales son los errores públicos y notorios de los socialdemócratas de izquierda de Alemania.
No hablo ya de otros errores de los izquierdistas alemanes, criticados en los correspondientes artículos de Lenin.
No hablo tampoco de los errores que cometieron al enjuiciar la política de los bolcheviques en el período de la Revolución de Octubre.
¿Qué denotan estos errores de los izquierdistas alemanes, tomados de la historia del período de anteguerra, sino que los socialdemócratas de izquierda, a pesar de su izquierdismo, no se habían liberado aún del bagaje menchevique?
Naturalmente, los izquierdistas en Alemania no tienen sólo en su haber serios errores. También tienen en su haber grandes y serios hechos revolucionarios. Me refiero a sus múltiples méritos y acciones revolucionarias en las cuestiones de política interior y, particularmente, de la lucha electoral, en las cuestiones de la lucha parlamentaria y extraparlamentaria, de la huelga general, de la guerra, de la revolución de 1905 en Rusia, etc. Precisamente por esto, los bolcheviques les tomaban en consideración como izquierdistas y les apoyaban, les empujaban hacia adelante. Pero esto no desmiente, ni puede desmentir que los socialdemócratas de izquierda de Alemania tenían, al mismo tiempo, la contrapartida de múltiples errores políticos y teóricos muy graves; que no se habían liberado aún del lastre menchevique y necesitaban, por lo tanto, la crítica más severa por parte de los bolcheviques.
Juzgad ahora vosotros mismos: ¿Podían Lenin y los bolcheviques apoyar a los socialdemócratas de izquierda del Occidente sin serias reservas, sin una crítica severa de sus errores, a menos de traicionar los intereses de la clase obrera, a menos de traicionar los intereses de la revolución, a menos de traicionar el comunismo?
¿Acaso no está claro que Slutski, al reprochar a Lenin y a los bolcheviques una cosa por la que debería aplaudirles si fuera un bolchevique, se descubre por completo como un semimenchevique, como un trotskista enmascarado?
Slutski hace la suposición de que Lenin y los bolcheviques, al enjuiciar a los izquierdistas del Occidente, se basaban en consideraciones de fracción, de que, en consecuencia, los bolcheviques rusos sacrificaban a los intereses de su fracción la gran causa de la revolución internacional. Huelga demostrar que no puede haber nada más vulgar e infame que esa suposición. No puede haber nada más vulgar, porque hasta los mencheviques rematadamente vulgares comienzan a comprender que la revolución rusa no es un asunto privado de los rusos, que, por el contrario, es la causa de la clase obrera del mundo entero, la causa de la revolución proletaria mundial. No puede haber nada más infame, porque hasta los calumniadores profesionales de la II Internacional comienzan a comprender que el internacionalismo consecuente y revolucionario hasta el fin, que practican los bolcheviques, es un modelo de internacionalismo proletario para los obreros de todos los países.
Sí, los bolcheviques rusos destacaban a primer plano las cuestiones cardinales de la revolución rusa, tales como las concernientes al Partido, a la actitud de los marxistas hacia la revolución democrático-burguesa, a la alianza entre la clase obrera y los campesinos, a la hegemonía del proletariado, a la lucha parlamentaria y extraparlamentaria, a la huelga general, a la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista, a la dictadura del proletariado, al imperialismo, a la autodeterminación de las naciones, al movimiento de liberación de las naciones oprimidas y de las colonias, a la política de apoyo a este movimiento, etc. Planteaban estas cuestiones como piedra de toque en la cual contrastaban la firmeza revolucionaria de los socialdemócratas de izquierda del Occidente. ¿Tenían derecho a ello? Sí. No sólo lo tenían, sino que estaban obligados a obrar de esa forma. Estaban obligados a obrar de esa forma, ya que todas estas cuestiones eran, al mismo tiempo, cuestiones cardinales de la revolución mundial, a cuyas tareas subordinaban los bolcheviques su política, su táctica. Estaban obligados a obrar de esa forma, ya que sólo en estas cuestiones era posible comprobar verdaderamente el revolucionarismo de unos u otros grupos de la II Internacional. ¿Dónde está, pues, en nada de eso, el "fraccionalismo" de los bolcheviques rusos y qué tienen que ver aquí las consideraciones de "fracción"?
Lenin, ya en 1902, escribió en su folleto ¿Qué hacer? que "la historia plantea hoy ante nosotros una tarea inmediata, que es l a más revolucionaria de todas las tareas inmediatas del proletariado de ningún otro país", que "la realización de esta tarea, la demolición del más poderoso baluarte, no ya de la reacción europea, sino también (hoy podemos afirmarlo) de la reacción asiática, convertiría al proletariado ruso en la vanguardia del proletariado revolucionario internacional"[4]. Desde la publicación del folleto ¿Qué hacer? han pasado treinta años. Nadie se atreve a negar que los acontecimientos de este período han confirmado brillantemente las palabras de Lenin. Pero ¿no se desprende esto que la revolución rusa era (y sigue siendo) el punto crucial de la revolución mundial, que las cuestiones cardinales de la revolución rusa eran, al mismo tiempo (y lo son ahora), cuestiones cardinales de la revolución mundial?
¿Acaso no está claro que sólo en estas cuestiones cardinales era posible comprobar verdaderamente el revolucionarismo de los socialdemócratas de izquierda del Occidente?
¿Acaso no está claro que quienes consideran estas cuestiones como cuestiones de "fracción" se desenmascaran por entero como gentes vulgares y degeneradas?
3) Slutski afirma que aún no se ha encontrado suficiente cantidad de documentos oficiales que demuestren la existencia de una lucha decidida e intransigente de Lenin (de los bolcheviques) contra el centrismo. Y opera con esta tesis burocrática como argumento irrebatible en favor de la idea de que Lenin (los bolcheviques) menospreciaba el peligro del centrismo en la II Internacional. Vosotros os ponéis a discutir contra este galimatías, contra este desvergonzado y retorcido argumento. Pero ¿qué hay aquí, en rigor, que merezca ser discutido? ¿Acaso no está suficientemente claro que, con esa charlatanería acerca de los documentos, Slutski intenta ocultar la pobreza y la falsedad de su pretendido planteamiento?
Slutski considera que no bastan los documentos de Partido existentes. ¿Por qué?, ¿con qué razón? ¿Acaso los documentos del dominio público concernientes a la II Internacional, así como a la lucha en el seno de la socialdemocracia rusa, no bastan para demostrar con toda claridad la intransigencia revolucionaria de Lenin y de los bolcheviques en su lucha contra los oportunistas y centristas? ¿Conoce, en general Slutski estos documentos? ¿Qué más documentos necesita?
Admitamos que, aparte de los documentos ya conocidos, aparezca todo un montón de otros documentos, por ejemplo: resoluciones de los bolcheviques que traten una vez más de la necesidad de acabar con el centrismo. ¿Significa esto que la existencia de unos documentos escritos baste por sí sola para demostrar el revolucionarismo auténtico y la auténtica intransigencia de los bolcheviques frente al centrismo? ¿Quién, excepto los burócratas incurables, puede fiarse sólo de documentos escritos? ¿Quién, excepto los ratones de biblioteca, no comprende que a los partidos y a los líderes hay que comprobarlos, ante todo, por sus hechos, y no sólo por sus palabras? La historia conoce a no pocos socialistas que suscribían complacidos cualquier resolución revolucionaria, con tal de zafarse de los críticos importunos. Pero esto no significa, ni mucho menos, que llevaran a la práctica estas resoluciones. La historia conoce, además, no pocos socialistas que exigían a voz en grito a los partidos obreros de otros países las acciones más revolucionarias que pueda haber. Pero esto no significa, ni mucho menos, que no cediesen en su partido o en su país ante sus oportunistas, ante su burguesía. ¿No nos enseñó por esto Lenin a comprobar los partidos revolucionarios, las tendencias, a los líderes, no por sus declaraciones y resoluciones, sino por sus hechos?
¿No está claro que si en realidad Slutski quisiera comprobar la intransigencia de Lenin y de los bolcheviques en su actitud hacia el centrismo, no debía tomar como base de su artículo unos u otros documentos y dos o tres cartas particulares, sino juzgar a los bolcheviques por sus hechos, por su historia, por su actuación? ¿Acaso en la socialdemocracia rusa no hubo oportunistas y centristas? ¿Acaso los bolcheviques no libraron una lucha decidida e intransigente contra todas estas tendencias? ¿Acaso estas tendencias no estaban ligadas ideológicamente y en el terreno de la organización con los oportunistas y centristas del Occidente? ¿Acaso los bolcheviques no aplastaron a los oportunistas y centristas como no los aplastó ningún grupo de izquierda en el mundo? ¿Cómo se puede decir, después de todo esto, que Lenin y los bolcheviques menospreciaban el peligro del centrismo? ¿Por qué Slutski ha desdeñado estos hechos, que tienen una importancia decisiva para caracterizar a los bolcheviques? ¿Por qué no ha utilizado el método más seguro de juzgar a Lenin y a los bolcheviques por sus obras, por sus actos? ¿Por qué ha preferido el método menos seguro de rebuscar en papeles elegidos al azar?
Porque el método más seguro, el método de juzgar a los bolcheviques por sus hechos, hubiera refutado al instante de arriba abajo todo el planteamiento de Slutski.
Porque la comprobación de los bolcheviques por sus hechos hubiera demostrado que los bolcheviques son la única organización revolucionaria del mundo que aplastó totalmente a los oportunistas y centristas y los arrojó del seno del Partido.
Porque el método de recurrir a los hechos verdaderos y a la verdadera historia de los bolcheviques hubiera demostra do que los maestros de Slutski, los trotskistas, fueron el grupo principal y fundamental que cultivó el centrismo en Rusia y que creó para esto una organización especial, como foco del centrismo: el Bloque de Agosto.
Porque la comprobación de los bolcheviques por sus hechos hubiera desenmascarado definitivamente a Slutski como falsificador de la historia de nuestro Partido, falsificador que intenta encubrir el carácter centrista del trotskismo de anteguerra acusando calumniosamente a Lenin y a los bolcheviques de menospreciar el peligro del centrismo.
Esto es lo que ocurre, camaradas redactores, con Slutski y su artículo.
Como veis, la redacción ha cometido un error al admitir una discusión con un falsificador de la historia de nuestro Partido.
¿Qué ha podido llevar a la redacción a esta senda equivocada?
Yo creo que la ha llevado a esta senda el liberalismo podrido, que tiene actualmente cierta difusión entre una parte de los bolcheviques. Algunos bolcheviques creen que el trotskismo es una fracción del comunismo, que, ciertamente, comete errores, hace muchas tonterías, a veces hasta es antisoviética, pero que, a pesar de todo, es una fracción del comunismo. De aquí nace cierto liberalismo para con los trotskistas y los que piensan como ellos Huelga demostrar que tal opinión sobre el trotskismo es profundamente errónea y dañina. En realidad, el trotskismo hace ya mucho que dejó de ser una fracción del comunismo. En realidad, el trotskismo es el destacamento de vanguardia de la burguesía contrarrevolucionaria, que lucha contra el comunismo, contra el Poder Soviético, contra la edificación del socialismo en la U.R.S.S.
¿Quién dio a la burguesía contrarrevolucionaria un arma moral, un arma ideológica contra el bolchevismo como la tesis de la imposibilidad de la edificación del socialismo en nuestro país, como la tesis de la inevitabilidad de la degeneración de los bolcheviques, etc.? Esta arma se la dio el trotskismo. No se puede considerar fortuito que todos los grupos antisoviéticos en la U.R.S.S., en sus intentos de argumentar la inevitabilidad de la lucha contra el Poder Soviético, invocaran la conocida tesis del trotskismo de la imposibilidad de edificar el socialismo en nuestro país, de la inevitabilidad de la degeneración del Poder Soviético, de la probabilidad del retorno al capitalismo.
¿Quién dio a la burguesía contrarrevolucionaria en la U.R.S.S. un arma táctica como los intentos de acciones públicas contra el Poder Soviético? Esta arma se la dieron los trotskistas, que intentaron organizar manifestaciones antisoviéticas en Moscú y en Leningrado el 7 de noviembre de 1927. Es un hecho que estas acciones antisoviéticas de los trotskistas alentaron a la burguesía y desencadenaron el trabajo de sabotaje de los técnicos burgueses.
¿Quién dio a la burguesía contrarrevolucionaria un arma de organización como los intentos de crear organizaciones clandestinas antisoviéticas? Esta arma se la dieron los trotskistas al organizar su propio grupo antibolchevique ilegal. Es un hecho que el trabajo clandestino antisoviético de los trotskistas permitió que los grupos antisoviéticos en la U.R.S.S. adoptaran forma orgánica.
El trotskismo es el destacamento de vanguardia de la burguesía contrarrevolucionaria.
Por eso, el liberalismo respecto al trotskismo, aunque éste se halle derrotado y enmascarado, es una imbecilidad rayana en el crimen, en la traición a la clase obrera.
Por eso, los intentos de ciertos "literatos" e "historiadores" de meter de matute en nuestra literatura la basura trotskista enmascarada deben ser rechazados enérgicamente por los bolcheviques.
Por eso, no se debe admitir una discusión literaria con los matuteros trotskistas.
Me parece que los "historiadores" y "literatos" del corte de los contrabandistas trotskistas intentan alijar su contrabando, hasta ahora, por dos cauces.
En primer lugar, intentan demostrar que Lenin, en el período de anteguerra, menospreciaba el peligro del centrismo, y con esto se induce al lector inexperto a suponer que Lenin, por lo tanto, no era todavía entonces un verdadero revolucionario, que no lo fue hasta después de la guerra, hasta después de "reequiparse" con la ayuda de Trotski. Se puede considerar a Slutski un ejemplar típico de este género de contrabandistas.
Hemos visto antes que Slutski y compañía no valen la pena de que se pierda el tiempo con ellos.
En segundo lugar, intentan demostrar que Lenin, en el período de anteguerra, no comprendía la necesidad de transformar la revolución democrático-burguesa en revolución socialista, y con esto se induce al lector inexperto a suponer que Lenin, por lo tanto, no era todavía entonces un verdadero bolchevique, que no comprendió la necesidad de esta transformación hasta después de la guerra, hasta después de "reequiparse" con la ayuda de Trotski. Se puede considerar como un ejemplar típico de este género de contrabandistas a Volosiévich, autor del Curso de Historia del P.C (b) de la U.R.S.S.
Bien es verdad que Lenin, ya en 1905, escribió que "de la revolución democrática comenzaremos a pasar en seguida, y precisamente en la medida de nuestras fuerzas, de las fuerzas del proletariado consciente y organizado, a la revolución socialista", que "nosotros somos partidarios de la revolución ininterrumpida", que "no nos quedaremos a mitad de camino"[5]. Bien es verdad que en las obras de Lenin se podrían encontrar gran cantidad de hechos y documentos de carácter análogo. Pero ¿qué les importan a los Volosiévich los hechos de la vida y de la actividad de Lenin? Los Volosiévich escriben para, con la máscara de bolcheviques, pasar su contrabando antileninista, calumniar a los bolcheviques y falsear la historia del Partido Bolchevique.
Ya veis que tanto valen los Volosiévich como los Slutski.
Estos son "los caminos y las encrucijadas" de los contrabandistas trotskistas.
Vosotros mismos comprenderéis que no es tarea de la redacción de Proletárskaia Revolutsia facilitar la labor contrabandística de semejantes "historiadores", concediéndoles una tribuna de discusión.
La tarea de la redacción consiste, a mi modo de ver, en elevar las cuestiones de la historia del bolchevismo a la altura debida, colocando el estudio de la historia de nuestro Partido sobre un terreno científico, bolchevique, y acentuar la vigilancia contra los trotskistas y toda suerte de falsificadores de la historia de nuestro Partido, arrancándoles sistemáticamente la careta.
Esto es tanto más necesario por cuanto incluso algunos de nuestros historiadores -me refiero a los historiadores sin comillas, a los historiadores bolcheviques de nuestro Partido- no están exentos de errores que llevan el agua al molino de los Slutski y los Volosiévich. Por desgracia, tampoco es una excepción el camarada Yaroslavski, cuyos libros sobre la historia del P.C.(b) de la U.R.S.S., a pesar de su valor, contienen errores de principio y de carácter histórico.
Con saludos comunistas J. Stalin

[1] Proletárskaia Revolutsia (La Revolución Proletaria ): revista historiográfica. De 192l a 1928 la editó la Comisión de Historia de la Revolución de Octubre y del P.C.(b) de Rusia; más tarde, la Sección del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. para el Estudio de la Historia de la Revolución de Octubre y del P.C.(b) de la U.R.S.S., y desde octubre de 1928 hasta 1931, el Instituto Lenin, anexo al C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. Después de una interrupción de un año, la revista la editó desde 1933 hasta 1941 el Instituto Marx-Engels-Lenin, anexo al C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S.
[2] Junius: Rosa Luxemburgo, líder de los izquierdistas en la socialdemocracia alemana.
[3] Véase V. I. Lenin, Obras Completas, t. XXII.
[4] Véase V. I. Lenin, Obras Completas, t. V.
[5] Véase "Posición de la socialdemocracia ante el movimiento campesino", V. I. Lenin, Obras Completas, t. IX.

No hay comentarios: